Se acaba de publicar un artículo en la Revista Española de Cardiología que muestra la influencia directa entre hábitos alimentarios y la enfermedad cardiovascular. Esto no es nada nuevo, todos sabemos que los alimentos que tomamos van a condicionar nuestros niveles de colesterol en sangre, factor clave ligado a los problemas cardiovasculares.
El estudio ha sido llevado a cabo por un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, entre otros centros, que identificaron los principales patrones alimentarios de la población española actual para luego investigar su asociación con el perfil plasmático (colesterol total, colesterol HDL, colesterol LDL y triglicéridos). Su objetivo era demostrar la relación que existe entre la dieta y la aparición posterior de placas adiposas en las arterias (arterioesclerosis). En una fase posterior estas placas producen daño vascular. En dicho estudio se estudiaron dos perfiles de dieta:
- Un grupo que mayoritariamente seguía un patrón de dieta mediterránea, basada en el consumo habitual de verduras, frutas, pescado, carnes blancas, frutos secos y aceite de oliva.
- Otro grupo con un perfil más asociado al patrón de dieta occidental, rica en carnes rojas, comida rápida, productos lácteos y derivados de cereales refinados.
A los distintos pacientes se les hizo análisis de sangre y se evaluó la asociación entre dieta y diversos marcadores intermedios de riesgo cardiovascular. Los participantes que siguieron una dieta más asociada a este patrón “más saludable” (mediterráneo) presentaban cifras de colesterol HDL (colesterol bueno) mayores que los participantes con mayor adhesión al patrón de “dieta occidental” (54,8 mg/dl vs 49,9 mg/dl). El resultado es que hay una diferencia de 5mg/dL (aproximadamente un 10% de diferencia) en los niveles de colesterol HDL, a favor del grupo que sigue la dieta saludable.
Estos resultados no han sorprendido ya que se habían publicado previamente estudios observacionales que también han demostrado que, en general, un mayor consumo de alimentos procesados y de origen animal, propio de las dietas más occidentales, se asocia a valores más bajos de colesterol “bueno”.
Así, podemos concluir que alimentarnos siguiendo una dieta mediterránea, además de hacer bajar el “colesterol malo” LDL, se relaciona con un mejor perfil lipídico en plasma, ya que produce un aumento del colesterol HDL (“colesterol bueno”), un factor protector más contra los problemas cardiovasculares.